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Todos quietos en el segundo debate

Con la celebración del segundo debate presidencial, el panorama político mexicano se intensifica, revelando no solo las capacidades y estrategias de los candidatos sino también sus respuestas a las presiones de una campaña cada vez más competida. Al comparar el desempeño y las reacciones en ambos debates, se perciben dinámicas cambiantes que podrían influir en la dirección de las elecciones, pero que no han movido aún la aguja.

 



El primer debate presidencial alcanzó a 22.6 millones de personas, cifra superior a los 16.9 millones del segundo debate. Esta disminución en el alcance podría reflejar una variedad de factores, incluyendo el interés decreciente del público o la efectividad de las estrategias de difusión. La contienda no está cerrada y desde el inicio de la campaña se percibe que Claudia Sheinbaum será la ganadora indiscuitble.

En el primer debate, Claudia Sheinbaum fue percibida como la ganadora clara, con una gran parte del público resaltando su preparación y dominio de los temas discutidos. En el segundo debate, aunque 52% de las reacciones todavía destacaban sus propuestas, particularmente en temas agrarios y sociales, hubo un aumento en las críticas. Esto refleja una presión creciente al cierre de la campaña y ataques sistemáticos de sus oponentes.

Xóchitl Gálvez mostró una mejora en el segundo debate en comparación con el primero. Si bien fue criticada inicialmente por falta de propuestas concretas, en el segundo debate, 61% de las reacciones la respaldaron por sus planes para mejorar los salarios y combatir el crimen organizado. Esta mejora sugiere que Gálvez ha ajustado su estrategia y está atacando directamente a la puntera, Claudia Sheinbaum.

Jorge Álvarez Máynez, quien había sido menos visible en el primer debate, logró aumentar su perfil significativamente en el segundo. Reconocido por el 42% de las reacciones por su enfoque en propuestas concretas y su cercanía con la gente, JAM parece haber encontrado un nicho entre los jóvenes al presentarse como el candidato de las propuestas prácticas y realistas, diferenciándose así de la retórica más general de sus competidoras.

El contraste entre el primer y segundo debate revela no solo una evolución en las estrategias de campaña de los candidatos, sino también un electorado que responde a estos cambios. A medida que la campaña avanza, los candidatos enfrentan el desafío de adaptarse a las expectativas de un electorado que demanda soluciones claras y directas.